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sábado, 17 de noviembre de 2012

Marco Teórico

      1. Modelo de Hill y Trist (1953 y 1955)
      
Hill y Trist (1953 y 1955) estudiaron la relación existente entre la adaptación del trabajador al empleo y el absentismo, llegando a la conclusión de que la relación que se establece entre ambos es dinámica, al entender que la conducta absentista esta muy vinculada al proceso de socialización del individuo en el empleo, y que es una forma más de abandono, muy similar a la rotación y a los accidentes laborales.
Esta interpretación del absentismo como un proceso dinámico, indica que la forma de manifestarse irá variando a lo largo del tiempo y que ésta coincidirá con el proceso de socialización del individuo en la empresa. El proceso, por tanto, presenta varias etapas, cada una de las cuales se identifica con un tipo de abandono –rotación, ausencias permitidas y ausencias no permitidas-. Según el modelo la conducta se desarrolla en tres fases:  
En la primera etapa de adaptación, el empleado experimenta una “crisis de iniciación” y al no tener conocimiento de las normas de ausencia de la empresa, su comportamiento de abandono será la rotación; durante la fase media, denominada de "transito diferencial", el empleado puede recurrir a las ausencias permitidas que no implican sanción del absentismo; y tras ésta, se desarrollará la ultima fase denominada "adaptación consolidada" en la que el individuo sustituye las ausencias permitidas por las no permitidas, a la vez que se reduce el nivel de ausencias.
Esta teoría explicativa del absentismo se consideró altamente especulativa, pues la evidencia directa no da soporte al modelo propuesto e, incluso, no permite comprobar las hipótesis que se pueden desarrollar a partir del mismo (Chadwick-Jones, Nicholson y Brown, 1982). No obstante, ha contribuido a introducir el concepto de las normas sociales del absentismo, concepto que consideramos muy importante en el estudio del absentismo .

      2. Modelo de As (1962)

En este modelo se sostiene una hipótesis muy similar a la propuesta por Hill y Trist (1953, 1955). Para As (1962) las ausencias al trabajo están en función del tipo de relación y de la solidez del lazo que une al trabajador con su empresa. El contrato que se establece entre el trabajador y la empresa originará un vínculo de unión sobre el que actúan dos tipos de factores: unos como incentivos a continuar en el empleo y otros como barreras a la adaptación. Cuando un individuo es contratado, siente que pertenece a la organización, este sentimiento de integración es percibido con emoción, cuyo valor extremo será el miedo a perder el empleo.
Esta situación generará una tendencia natural de asistir al trabajo que tan sólo se verá entorpecida si se producen una serie de factores incidentales (pequeñas enfermedades, deberes familiares, etc.) que actúen como barreras que inhiban la asistencia.
Estas barreras comprenden un conjunto de factores que pueden influir sobre el absentismo, de los cuáles As (1962) distingue aquellos que afectan directamente a la integración del empleado a la empresa (esquematizado en la . Esta distinción confirma la idea de que no se puede generalizar el absentismo, pues puede ocurrir que individuos con una buena adaptación a su medio laboral se vean afectados por fuertes barreras a la asistencia, limitando su capacidad para asistir. Por ejemplo, una situación personal objetiva (tamaño de la familia, distancia domicilio-trabajo, etc.) o la propia penosidad del medio de trabajo que genera un nivel de morbilidad mayor. principio de que existe una relación negativa entre la adaptación y el

      3. Modelo de Gibson (1966)

Gibson (1966) para explicar la conducta de ausencia elaboró un modelo conceptual de comportamiento organizacional, basado en la relación entre el individuo y la organización. Entre ellos se establece una relación de intercambio, en la que el individuo está de acuerdo en contribuir con la organización a cambio de recibir recompensas y/o incentivos a determinados niveles de esfuerzo. En este caso, para alcanzar una relación satisfactoria es fundamental disponer de una adecuada actitud de compromiso por ambas partes.
Según el modelo, la identificación del empleado con su trabajo constituye un factor determinante en la conducta de ausencia, de forma que todos aquellos factores que incrementen esta identificación van a operar educiendo el absentismo. En cambio, existen otras variables que influyen sobre la conducta de ausencia y que pueden incrementar el absentismo, nos referimos a aquellas que se relacionan con la facilidad de legitimar las ausencias laborales y la capacidad de poder justificar, a un nivel creíble, la ausencia ante el jefe.

     4. Modelo de Rosse y Miller (1984)

Rosse y Miller (1984) consideran la conducta de absentismo como una respuesta de adaptación del trabajador a su ambiente de trabajo. Este modelo se desarrolló para responder a la pregunta: qué hacen los trabajadores cuando están insatisfechos. Basada en la conducta de cambio del empleado y no en una teoría general sobre el comportamiento, interpretan que la conducta de ausencia representa una ruptura ante la rutina cotidiana.
Esta aproximación constituye, principalmente, un modelo de ajuste, aunque también contiene elementos de los modelos de decisión al valorar los beneficios que le aporta al empleado el hecho de no trabajar. Así, interpretan que los acontecimientos estivales (primaverales) crean en el empleado un estado de relativa insatisfacción que le lleva a una situación negativa ocasionada por el deseo de continuar con la normalidad y no poder conseguirla ante los nuevos hechos.
Situaciones como la anterior se producen cuando el individuo se plantea ejecutar conductas alternativas para conseguir mejorar su estado en el trabajo. Los factores que más van a influir en dichas conductas son: la experiencia, el status, la presencia de normas sociales claras y la percepción de obligación. Como resultado se produce una relación de posibles alternativas, organizadas según su posibilidad e idoneidad. La alternativa elegida será la más positiva para el individuo, anticipando la conducta que m situación.
Las respuestas, así conseguidas, serán experimentadas por la persona de forma positiva o negativamente, de tal modo que si las consecuencias son positivas, la fuente de insatisfacción relativa se elimina y se produce una adaptación "afortunada"; por el contrario, si las consecuencias obtenidas son negativas o neutras, la fuente de insatisfacción relativa no mejora y, por tanto, el individuo no se siente mejor, lo que inducirá a continuar el ciclo de adaptación hasta que, finalmente, se produzca una situación satisfactoria.
Este modelo ha sido examinado empíricamente mediante estudios correlaciónales, diseñados y elaborados principalmente para el desarrollo completo del modelo. Según le aportan base empírica e indican que los índices de satisfacción laboral son buenos sí modelo requiere un diseño longitudinal intrasujetos, que permita analizar las percepciones del trabajo, los procesos de decisión, la conducta realizada y las consecuencias de las conductas en el futuro.
En resumen, desde este modelo se hacen tres aportaciones: En primer lugar, se cosidera el absentismo como una de las conductas disponibles por los individuos en una situación de insatisfacción; en segundo lugar, se destaca la naturaleza dinámica de la conducta absentista, y en tercer lugar, como los estímulos que ocasionan insatisfacción relativa pueden provenir del ambiente de trabajo o del exterior, la conducta de ausencia se convierte en una respuesta de adaptación que puede ser contextualizada en el ciclo vital del individuo.

      5. Modelo de Chadwick-Jones, Nícholson y John.

El último de los modelos de ajuste laboral puede distinguirse de los anteriores por destacar el intercambio social en lugar de las motivaciones individuales. Fue desarrollado por Chadwick-Jones, Nicholson y Brown (1982) y, posteriormente, por Nicholson y Johns (1985), y en él se interpreta cómo la cultura empresarial predominante influye en el absentismo de sus trabajadores.
Al entender el absentismo como parte del intercambio social, Chadwick-Jones, Nicholson y Brown (1982) subrayan que éste no es un intercambio entre el individuo y la organización, como ocurría en el modelo de Gibson, sino que se da también entre los individuos de la organización.
Cuando el intercambio entre los individuos y la organización es un "intercambio negativo" lo enumerar en una relación. Sirvan de ejemplo algunos casos donde el jefe favorece a ciertos empleados, anotando ausencias justificadas como días de enfermedad, en lugar de ausencias no justificadas; o situaciones en las que algunos empleados utilizan las ausencias para evitar las presiones del trabajo que les puedan surgir; o razonamientos como el siguiente "si usted fue el absentista de la semana pasada, ahora me corresponde ser a mi”.
De este modo, el absentismo de un trabajador afecta a otros trabajadores de la organización, y será la cultura de absentismo imperante la que ponga los límites y establezca los niveles apropiados de absentismo en la organización. Los límites de ausencia previstos serán los que indiquen las variaciones interindividuales de absentismo.
Según Chadwick-Jones, Nichoson y Brown (1982) se entiende por cultura absentista las creencias y prácticas que influyen en la totalidad de ausencias -frecuencia y duración- del grupo de empleados de la organización. Los empleados son conscientes, aunque imperfectamente, de la naturaleza de dicha cultura que influye sobre las normas de absentismo.
Insistiendo en esta línea, Nicholson y Johns (1985) estimaron que se puede predecir la conducta absentista del empleado analizando el grado de importancia que tiene la cultura absentista en la organización o en diferentes grupos y el tipo de contrato psicológico u obligaciones que estén presentes.
La importancia de la cultura absentista se sustenta en las creencias sobre absentismo, asumidas por los empleados y vistas como elementos de autocontrol.
La cultura más saliente y homogénea es la que mayor impacto directo produce, ocasionando normas claras y visibles sobre la tendencia de la conducta de ausencia. Las culturas poco salientes se esfuerzan más en influir sutilmente en la conducta e incitan grandes variaciones en el nivel individual de absentismo. La cultura, no obstante, esta influenciada por los sistemas de control de absentismo, por la tecnología y por la ecología social.

6. Modelos de decisión

Dos corrientes han contribuido al desarrollo de los modelos de decisión sobre absentismo.
Estas son, por una parte, la corriente que proviene de la Economía y de la Sociología, que ha dado lugar a los modelos racionales de decisión y, por otra, la corriente propuesta desde la Psicología de las organizacionales, que ha dado lugar al sistema de expectativa-valencia.
Estas perspectivas tienen en común que ven la conducta absentista como algo racional y natural, en gran medida, determinada por una evaluación individual de los costes y beneficios asociados a la conducta de ausencia.
En esta conducta absentista, pues aunque desde la Psicología existen teorías que se podían haber aplicado, no fueron concebidas para explicar la conducta de ausencia.
Este es el caso de la teoría de la expectativa-valencia de la motivación del empleado, iniciada por Vroom (1964) y desarrollada, posteriormente, por Lawer y Porter (1967). Esta teoría podría aplicarse al incorporar a la teoría de la decisión un análisis sobre los procesos que determinan la motivación del empleado para asistir al trabajo, de manera que cuando los individuos toman alguna decisión sobre su conducta, tienen en cuenta las posibles valoraciones externas que pueden surgir como consecuencia de su comportamiento.
Esta teoría, a pesar de no haber desarrollado ninguna aplicación al campo del absentismo, sí ha ejercido una influencia permanente en su estudio (Ilgen y Hollenback, 1977; Morgan y Herman, 1976). De hecho, ha contribuido en el desarrollo del modelo de Steers y Rhodes (1978) al contemplar la relación existente entre la satisfacción en la situación de trabajo y la motivación de asistencia.

    7. Otra posibilidad de interpretación -psicológica- nos viene de la mano de la teoría de la equidad (Adams, 1965).

 En esta ocasión, la conducta de absentismo se entiende como el medio para restaurar la equidad en los resultados del trabajo, es una manera de restablecer el equilibrio perdido. Los individuos no buscan restaurar la equidad de las condiciones absolutas; más bien, buscan restablecer su percepción de equidad (Goldberg y Waldman, 2000). Aunque la noción de equidad ha sido explorada en la investigación sobre absentismo (Dittrich y Carrell, 1979), el ambiguo concepto de absentismo no hace a esta teoría adecuada para examinar la conducta de ausencia (Rhodes y Steers, 1990).

      8. Youngblood (1984)

Integrando las aportaciones psicológicas y económicas a un tiempo, entiende el absentismo como una serie de procesos de motivación, asociados al campo del trabajo y del no trabajo. De modo similar a los modelos de evitación, donde el absentismo es considerado como una respuesta reactiva a un ambiente de trabajo desfavorable y a la teoría económica que entiende el absentismo como reflejo de la conducta pro activa con el propósito de restaurar el trabajo semanal.
Desde la teoría de Youngblood (1984), que se desarrolló a partir de la investigación previa sobre absentismo, se sugiere la importancia de considerar la centralidad del no trabajo para comprender los niveles de absentismo, entendiéndolo no sólo como un tipo de conducta organizacional, sino también como una conducta individual. Así, cuando para el individuo el hecho de no trabajar alcanza un valor importante, la conducta absentista será frecuente; y, en cambio, cuando el trabajo representa el eje central de sus prioridades, la ausencia no se producirá.

     9. Modelo de Gowler (1969) y Gowler y Legge (1973)

Los economistas iniciaron y popularizaron las teorías micro económicas y los análisis sobre trabajo-economía. En esta línea, Gowler (1969) presentó un modelo dinámico para explicar la conducta laboral en el que el absentismo era un componente decisivo, y donde las actitudes y la conducta de los trabajadores estaban fuertemente ligadas al salario y al sistema de remuneración.
 D representa para los empleados un medio para conseguir un equilibrio entre los esfuerzos realizados, normalmente, manifestados a través de las horas extraordinarias y las recompensas recibidas.
Siguiendo esta iniciativa, Gowler y Legge (1973) esquematizaron un modelo de asistencia al trabajo, en el que el punto de partida es una situación de escasez de mano de obra, consecuencia de un incremento en el mercado de trabajo. La escasez de mano de obra, unida a las exigencias que provienen de los cambios en el mercado de bienes, ocasiona un aumento del trabajo extraordinario. El efecto de este aumento es doble: por un lado, crea expectativas de salarios más altos y, por otro, desequilibra el balance establecido en la relación esfuerzo-recompensa.

     10.  Modelo de Gutiérrez (1984)

La propuesta efectuada por Gutiérrez (1984) supone un planteamiento teórico que permite englobar tanto variables macro sociológicas como micro sociológicas.
Los modelos explicativos hasta ahora examinados tienden, en su mayoría, a explicar la influencia de esas variables en función de su incidencia sobre la calidad del vínculo individuo-trabajo, y este vínculo, a su vez, como un estado psicológico de carácter afectivo o motivacional. Aquí, el vínculo que une al individuo a su trabajo no tiene sólo un contenido subjetivo (capacidad del trabajo para proporcionar al individuo satisfacciones intrínsecas o valores con los que pueda identificarse), sino que tiene un contenido económico que establece un determinado intercambio entre esfuerzos (trabajo) y recompensas (recursos proporcionados), resultado de la relación contractual – semejante a la relación propuesta por Gowler y Legge (1973) .
De esta forma, el empleo puede vincular intensamente al trabajador sin proporcionarle satisfacciones duraderas e intensamente gratificantes. En primer lugar, porque el vínculo individuo-trabajo puede ser de carácter instrumental, ya que a través del trabajo pueden conseguirse recursos que sirven para satisfacer necesidades o alcanzar fines que nada tienen que ver con los valores propios del trabajo, como ocurre principalmente con el salario. En segundo lugar, porque ese vínculo tiene otra dimensión objetiva muy clara: la capacidad de la organización de trabajo para regular las conductas laborales (también la asistencia al trabajo) por medios que no son exclusivamente los recursos o los valores que proporciona.
Gutiérrez (1984) recoge esas dos dimensiones de la relación de trabajo y las representa en dos conceptos diferentes: -orientación hacia el trabajo- y - control organizativo-. El concepto de orientación hacia el trabajo es una disposición típica de toda la conducta laboral, resultado del balance entre los recursos que proporcionan una situación de trabajo y las aspiraciones o expectativas personales. Es algo más que el significado otorgado al trabajo o a un tipo de personalidad; sería, más bien, una inclinación a comportarse de determinado modo en función de una serie de aspiraciones y objetivos, y de los medios o recursos disponibles en una situación de trabajo. Esta orientación es útil para representar la calidad del vínculo individuo-trabajo.

      11. Modelo de Nicholson (1977)

La idea principal que subyace al modelo de motivación de presencia de Nicholson (1977) es que la conducta de asistir al trabajo es habitual y normal.
Por consiguiente, es necesario contemplar cuáles serán los factores que impiden su regularidad. En el modelo la motivación del individuo para asistir, se convierte en puente entre la variable individuo-trabajo y la variable absentismo.
Según esto el vínculo individuo-trabajo, denominado "adhesión al trabajo", se refiere a las propias de la vida organizativa (empresa o medio de trabajo), y se puede establecer por dos vías: de una parte, con el grado en que el trabajador se identifica con las regularidades de conducta organizativa, y, por otra, como la conducta es controlada y estructurada por la organización. Este concepto de “adhesión” parece más completo que otros como satisfacción, moral y motivación que se refieren sólo al componente subjetivo de la relación de trabajo.

   12. Modelo de Deery, Erwin, Iverson y Ambrose (1995)

Cuando se analiza el absentismo desde una perspectiva integrada (económica, psicológica y sociológica) se pueden identificar cinco grupos generales de variables como determinantes de las ausencias. Estos grupos atienden tanto a aspectos individuales como organizacionales y todos ellos se han integrado en el modelo propuesto por Deery, Erwin, Iverson y Ambrose (1995).
En este modelo se establecen cinco categorías que se corresponden con cinco niveles de análisis, el primer grupo de variables engloba las que afectan a la “satisfacción en la situación de trabajo”.
En el segundo grupo se identifican “variables individuales previas al trabajo” como son las motivaciones que los trabajadores tienen cuando se incorporan a la organización y representan una creencia sobre el valor del trabajo, de modo que no se relaciona con un trabajo específico sino que es indicativo de la ética personal de trabajo (Steers y Rhodes, 1978). En el tercer tipo se recoge el grupo de “variables medioambientales” formado por: el efecto de los sindicatos en la organización; la cultura de absentismo en la empresa, en este caso referidas al compromiso del individuo con las metas, valores y acciones de la organización y con las creencias de los empleados sobre la legitimidad de la ausencia; y, finalmente, las responsabilidades externas muy relacionadas con la familia y con las obligaciones personales.
En el cuarto grupo destacan “las políticas que existen sobre el control del absentismo en la organización”; se puede dar una política de permisividad ante la ausencia, creencia de que un empleado puede estar durante un tiempo fuera de la empresa sin recibir ninguna reclamación por parte del responsable de la organización ó políticas intolerantes con las conductas de ausencia.
Otras variables de este grupo son la historia previa de ausencia y la acumulación de bajas por enfermedad, ambas se asocian con un nivel alto de absentismo.
Y en el último grupo se encuentran las “variables vinculadas al trabajador”, respuestas afectivas tales como satisfacción laboral, motivación por el puesto y compromiso con la organización.

      13. Modelo de Iverson y Deery (2001)

En la línea de la investigación anterior y como consecuencia de la atención prestada en los últimos años a los factores de personalidad de los empleados en relación con el absentismo, dos rasgos de la afectividad del individuo, la positiva y la negativa (PAPA y NA), se han asociado con dos dimensiones de la personalidad, la Extroversión y el Neuroticismo. Para ello, mediante el “Modelo causal de retraso, salida antes de tiempo y absentismo”, Iverson y Deery (2001) han examinado los efectos principales de la satisfacción del trabajo y de la afectividad positiva y negativa, en los tres tipos de conducta de ausencia -retraso, salida antes de tiempo y absentismo.
Según el modelo, tanto los individuos con actitud positiva como los de actitud negativa se asocian con las diferentes conductas de ausencia: el retraso, salida antes de tiempo y absentismo. En cuanto a la variables satisfacción en el trabajo, sólo mediaría en aquellos individuos que manifiestan una actitud positiva y negativa baja.



      14.Teoría de las necesidades de Maslow:

Abraham Maslow (1943) planteó que todas las necesidades humanas no poseen la misma fuerza o imperatividad para ser satisfechas, dicho enfoque sobre la motivación es uno de los más difundidos, ya que lo llevaron a estructurar las necesidades que el hombre experimenta, con base en una jerarquía, haciendo que los humanos reaccionen de conformidad con la necesidad dominante en un momento determinado, estableciendo que la motivación está en función de la satisfacción que debe alcanzarse prioritariamente.

La teoría de las Necesidades, se concentra en lo que requieren las personas para llevar vidas gratificantes, las personas están motivadas para satisfacer distintos tipos de necesidades clasificadas con cierto orden jerárquico.
Básicas o fisiológicas: son las necesidades básicas para el sustento de la vida humana, tales como alimentos, agua, calor, abrigo y sueño. Según Maslow, en tanto estas necesidades no sean satisfechas en el grado indispensable para conservación de la vida, las demás no motivarán a los individuos.
Seguridad: son las necesidades para librarse de riesgos físicos y del temor a perder el trabajo, la propiedad, los alimentos o el abrigo.
Sociales (de afiliación o pertenencia): dado que los seres humanos son seres sociales, los individuos experimentan la necesidad de pertenencia, de ser aceptados por los demás.
 Estimación: de acuerdo con Maslow, una vez que las personas satisfacen sus necesidades de pertenencia, tienden a desear la estimación tanto propia como de los demás. Este tipo de necesidad produce satisfacciones como poder, prestigio, categoría y seguridad en uno mismo.
Autorrealización. Maslow consideró a ésta como la necesidad más alta de su jerarquía. Se trata del deseo de llegar a ser lo que se es capaz de ser; de optimizar el propio potencial y de realizar algo valioso.
Según Davis y Newstron (1993), en el ámbito del trabajo las necesidades inferiores básicas no suelen dominar, debido a que ellas se encuentran normalmente satisfechas. Los trabajadores se verán motivados principalmente por las necesidades de seguridad, sociales, de estima y por último de realización personal.


15.  Necesidades aprendidas de McClelland

Postula que las personas adquieren tres necesidades o motivaciones importantes: de logro, de afiliación y de poder, mediante la interacción con su entorno social. El contexto social en que los individuos viven y trabajan influye en la adquisición e intensidad de los motivos.
La motivación de logro es el deseo de tener éxito según normas de excelencia o durante situaciones competitivas.
La motivación de afiliación es el deseo de desarrollar y mantener con los demás estrechas relaciones interpersonales mutuamente satisfactorias.
La motivación de poder. Deseo de influir en, o controlar a los demás y el entorno social


16. Modelo Jerárquico de Alderfer;


Alderfer (1969, 1972) intenta reformular el modelo de Maslow agrupando las necesidades de los individuos en 3 categorías y trata de reformular las relaciones jerárquicas existentes entre ellas

Necesidades

A. Necesidad de existencia.
Las necesidades de existencia se relacionan con los requisitos materiales para la supervivencia, como la comida, el agua, el oxígeno, etc.                          
B. Necesidad de relación interpersonal y de interacción con otras personas
C. Necesidades de crecimiento o de desarrollo personal
Necesidades de crecimiento o de desarrollo personal en aquellas capacidades, aptitudes, sentimientos, etc., que el propio sujeto valora positivamente en su persona.
Alderfer evita la jerarquización estricta de las necesidades dado que la investigación empírica no apoya este aspecto de la teoría de Maslow. Formula una serie de proposiciones sobre las relaciones entre el deseo por los objetos relacionados con un determinado grupo de necesidades y la satisfacción o la frustración relacionada con esos objetos. Proposiciones que afirman que cuanto menos satisfecha está una necesidad más se desea su satisfacción; cuanto menos se satisface una necesidad de "orden superior" más se desea la satisfacción de las necesidades de orden inferior y cuanto más se satisface un tipo de necesidades, más se desea la satisfacción de necesidades de orden superior. No es necesaria la satisfacción total de las necesidades de orden inferior para que las de orden superior sean prepotentes. 

17.Teoría de los dos factores de Herzberg



En la década de los cincuenta Frederick Herzberg desarrollo un modelo de motivación de dos factores, en la cual se dice que tanto la satisfacción como la insatisfacción laboral derivan de dos series diferentes de factores. Por un lado tenemos a los factores higiénicos o de insatisfacción, y por el otro a los motivantes o satisfactores.

En su teoría Herzberg, concluye que la gente tiene dos categorías de necesidades que son independientes una de la otra y que afectan la conducta de diferentes maneras. El fundamento es que, cuando la gente siente insatisfacción con su ocupación, esto concierne al medio                         ambiente del lugar de trabajo y viceversa.



18. Teoría de la equidad de Adams;

Sostiene que en el entorno laboral, los individuos establecen unas comparaciones entre las contribuciones que realizan a la empresa (entradas) y las retribuciones que reciben de la empresa (salidas).
Adams (1963) propuso una teoría de la motivación de los trabajadores basada en el principio de la comparación social. La fuerza del deseo de trabajar de una persona depende de las comparaciones con los esfuerzos de otras. La teoría tiene una base social y perceptiva.

El punto central de la teoría de Adams se basa tanto en la insatisfacción provocada por la percepción de una injusticia, basada en la comparación social, como en las reacciones destinadas a suprimirlas. Según Adams, existe una falta de equidad para una persona cuando percibe como desigual la relación entre su contribución y sus resultados en .comparación con los resultados y las contribuciones de otros. Esto puede producirse cuando las dos personas están en situación de intercambio directo, o cuando estas dos personas están en situación de intercambio con un tercero y uno se compara con otro.

  19.Teoría de las expectativas de Vroom;

 Se basa en dos premisas;
1-Las personas saben lo que quieren de su trabajo, y comprenden que depende de su desempeño el conseguir o no las recompensas deseadas. 
2-Existe una relación entre el esfuerzo que se realiza y la ejecución o el rendimiento de trabajo.


20.Teoría del esfuerzo de Skinner;

Se fundamenta en tres variables centrales; estímulo, respuesta, recompensa.

B. F. Skinner, fue uno de los psicólogos más influyentes en el campo del comportamiento humano. Skinner fue influenciado altamente por pioneros de la psicología tales como John B. Watson é Iván Pavlov.
Skinner desarrolló su famosa teoría sobre el comportamiento humano y sus reacciones a estímulos externos, por medio de los cuales una conducta es reforzada con la intención de que se repita o sea exterminada de acuerdo a las consecuencias que el estímulo conlleve. La teoría de Skinner está basada en la idea de que los eventos relacionados con el aprendizaje cambian o modifican nuestro comportamiento y nuestras maneras de actuar de acuerdo a ciertas circunstancias. Estos cambios son el resultado de la respuesta individual a los estímulos que experimentamos. Nuestra respuesta viene de acuerdo al estímulo que recibimos. Cuando estos estímulos son positivos o negativos nuestro ser tiende a repetirlos o a exterminarlos permanentemente.


21.   Teoría del establecimiento de metas

El sujeto debe ser consciente de la meta, y debe aceptar que la meta es algo por lo que desea trabajar.

Locke (1968) reconoce un papel motivacional central a las intenciones de los sujetos al realizar una tarea. Son los objetivos o metas que los sujetos persiguen con la realización de la tarea los que determinarán el nivel de esfuerzo que emplearán en su ejecución. El modelo trata de explicar los efectos de esos objetivos sobre el rendimiento.

Los objetivos son los que determinan la dirección del comportamiento del sujeto y contribuyen a la función energitizante del esfuerzo. Los cambios en los valores de los incentivos pueden sólo afectar a su comportamiento en la medida en que vayan asociados a los cambios de objetivos. La satisfacción de los individuos con su rendimiento estará en función del grado de consecución de los objetivos permitido por ese rendimiento.

La teoría del establecimiento de metas u objetivos supone que las intenciones de trabajar para conseguir un determinado objetivo es la primera fuerza motivadora del esfuerzo laboral y determina el esfuerzo desarrollado para la realización de tareas. La investigación a partir del modelo ha permitido formular conclusiones relevantes para la motivación del comportamiento en el contexto organizacional.
El establecimiento formal de objetivos aumenta el nivel de ejecución en relación con las situaciones en las que no se ofrecen objetivos claros, cuanto más específicos son esos objetivos más eficaces resultan para motivar el comportamiento. Son poco adecuados los objetivos de tipo general.
Otro factor contribuye a la eficacia y al rendimiento es la participación de los trabajadores, que han de efectuar las tareas, en el establecimiento de los objetivos que se han de alcanzar. Participación que incrementa la calidad y la cantidad del rendimiento.





Los resultados de diversas identificaciones señalan, además, que los objetivos difíciles si son aceptados por el sujeto que ha de trabajar para conseguirlos conducen a mejores resultados de ejecución que los objetivos más fáciles. Se cumple incluso en los casos en que los objetivos establecidos son tan altos que nadie logra alcanzarlos plenamente.

Los efectos de las recompensas parecen estar mediados por cambios en los propios objetivos, lo mismo ocurre con otros factores como el conocimiento de los resultados o las influencias y presiones sociales.

Cuando incentivos como el dinero o el conocimiento de los resultados, cambian la actuación, también cambian los objetivos y las intenciones, pero cuando se controlan las diferencias de intención, los incentivos no tienen ningún efecto.

Otros autores señalan que los incentivos, especialmente los económicos y el conocimiento de los resultados, puede tener efectos motivadores independientes sobre la ejecución. La investigación sobre el establecimiento de las metas como factor motivacional del comportamiento laboral intenta determinar aspectos del proceso por el que se llega a establecer esos motivos y llegan a ser aceptados por el sujeto. Yukl y Latham (1978) señalan la importancia de una serie de variables moderadores que intervienen en el proceso. Entre ellas:
el grado de participación
las diferencias individuales,
la dificultad de los objetivos,
la instrumentalidad.

Es necesario para mayor conocimiento del proceso de establecimiento de metas, expectativas e intenciones para determinar sus efectos motivacionales sobre el comportamiento humano.

Fuentes





















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